La mayoría de pueblo puertorriqueño conoce lo esencial de la historia de el país para saber que no siempre tuvimos lo que se reconoce como educación accesible. ¿Pero acaso sabe cómo fue que se inició el proceso de que jóvenes puertorriqueños sin importar su origen racial y/o estado socioeconómico adquirieron este tipo de educación? Siendo Puerto Rico una colonia española para el siglo XIX se encontraba frente al hambre y la miseria debido a la opresión de los colonos europeos. A la constante marginación y rechazo hacia la raza negra y mulata proveniente de la cimarronearía y esclavos libertos. Al anhelo de una isla libre de abusos y corrupciones, pero sobre todo, a la carencia de un pueblo con educación. Fue Rafael Cordero y Molina quien con su humanidad busco la manera de mejorar la sociedad a través del aprendizaje de sus alumnos, la mayoría marginados por la alta sociedad debido a sus necesidades económicas y color de piel.
El maestro Rafael, nació en 1790 en nuestra capital, San Juan. Y a pesar de haber sido un negro libre él y su familia se mantenían en la parte más baja de la escalera socioeconómica de sus tiempos. Su padre, un artesano, Lucas Cordero y su madre, Rita Molina, constituyeron un hogar educado. Inculcando en Rafael y su hermana el amor por la lectura y valores cristianos. Siendo este un niño no pudo asistir a la única escuela en San Juan por su distinción de raza y resentido decidió hacer un cambio. Obviando los obstáculos raciales y económicos, Rafael Cordero, se convirtió en un joven educado y diestro para ejercer como maestro de primera enseñanza. Así que en 1810 decidió abrir una escuela accesible para el pueblo pero en vez de inaugurarla en la capital, donde residía, se trasladó a San German. Esto debido a que el gobernador de la época Juan Prim y Prats estableció un nefasto Bando Negro contra los negros esclavos y libres de la isla tras la sublevación armada de los esclavos de Martinica. Luego trasladó su escuela en la calle de La Luna de San Juan donde el gobernador muy sorprendido de su labor le dio el visto bueno.
Conocido como el “Santo laico de Puerto Rico”, Rafael Cordero para poder sostener y mantener su escuela trabajaba enmendando zapatos y fabricando cigarros de tabaco en la misma, que cumplía con las funciones de hogar, institución escolar y taller. En su escuela, el gran maestro de ilustres, enseñaba a leer, escribir, caligrafía, aritmética y catequesis (doctrina cristiana de la iglesia católica). Entre sus alumnos tuvo también niños blancos pobres y algunos ricos debido a la fama que había adquirido de enseñar a leer y escribir corrido en un lapso de poco tiempo. Además, con los ingresos de su taller de cigarros acostumbraba a comprar no solamente lo necesario para su sustento, sino también zapatos, medias o ropas para los más indigentes y necesitados de la comunidad. Rafael Cordero es reconocido por ser el maestro de grandes generaciones puertorriqueñas. Fue mentor de hombres distinguidos en la historia de Puerto Rico, como por ejemplo, José Julián Acosta, Román Baldorioty de Castro, Manuel de Elzaburu, Sotero Figueroa y Alejandro Tapia y Rivera. En otras palabras la enseñanza era su vocación de vida. Al recibir todo tipo de alumnos, la escuela de Rafael funcionó como un experimento de integración social entre distinciones raciales y socioeconómicas.
El maestro Rafael se dedicó 58 a la educación gratuita y en 1878 presintió el final de su vida terrera. Antes de su muerte se aseguró que sus estudiantes siguieran recibiendo una educación gratuita. Ese mismo día abandonó la tierra dejando el más rico legado que el pueblo puertorriqueño podía obtener. Cordero no predicaba la abolición ni las doctrinas revolucionarias. Demostró una fe inquebrantable en una época difícil en la que imperaba la segregación racial. Actualmente existe un movimiento católico para la beatificación de este devoto ser humano. Y debido a la vida tan ejemplar del maestro, el Papa Francisco, permitió que se lo otorgara el título de venerable y reconoció sus virtudes heroicas lo cual es considerado como el primer paso para culminar la declaración de su santidad.
Gracias al Maestro la gran parte de la población en la isla obtuvo u obtiene educación accesible. En una institución donde ser adinerado, pobre, blanco, negro es indiferente. Demostró que el aprendizaje real no tenía que ver nada con el color de la piel y que la educación es la mayor riqueza que se le podía dar al ser humano. Hoy le dedico este escrito al gran maestro Rafael Cordero y a todos sus alumnos que alguna vez, a través de la historia, han puesto el nombre de Puerto Rico en alto. Siendo estos mi ejemplo y héroes patrióticos. Gracias, Rafael Cordero y Medina, por haber inculcado en estos grandes líderes la semilla del saber. Logrando que sus voces se expandieron de Puerto Rico para el Mundo, así como tu cambio en la sociedad puertorriqueña.
Adieril E. González Torres
Fuentes:
https://www.acured.cu/RafaelCorderoMedina
http://www.preb.com/biog/rcordero.htm https://www.elnievodia.com/noticias/locales/nota/reconocenconolorsantidadarafaelcoredero-1662979
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